A los pies de la Sierra Bermeja, donde el Mediterráneo se encuentra con la costa sur de España, se ubica Estepona, una encantadora ciudad que en los últimos años se ha consolidado como uno de los destinos más deseados de Andalucía.
Lejos del bullicio del turismo masivo, Estepona ha sabido conservar su alma auténtica, mientras florece con arte, gastronomía, vino y un ritmo de vida relajado pero refinado.
Flores, cerámica y fachadas encaladas
Pasear por el casco antiguo de Estepona es como entrar en una película. Calles adoquinadas, casas encaladas decoradas con macetas de colores y pequeñas plazas donde los locales se reúnen a tomar café. No es casualidad que se la conozca como “La ciudad de las flores”.
A esta belleza floral se suma un toque artístico único: grandes murales decoran las fachadas por toda la ciudad, y cada calle parece tener su propia personalidad. Es un lugar fácil de amar… y aún más fácil de quedarse.
Un nuevo referente gastronómico
En los últimos años, Estepona también ha ganado protagonismo en el panorama gastronómico. Desde tabernas tradicionales hasta restaurantes modernos centrados en productos locales y sabores innovadores, la ciudad ofrece una oferta culinaria cada vez más sofisticada.
Los mariscos y pescados son, como era de esperar, protagonistas: dorada a la parrilla, gambas al ajillo, atún fresco de la cercana Cádiz. Pero los sabores del interior andaluz también tienen su peso: jamón ibérico, quesos de cabra y oveja, y aceites de oliva de altísima calidad enriquecen cada plato.
Para los amantes del vino, la región es un verdadero placer. Los vinos locales de Málaga y de la cercana Ronda (a poco más de una hora) están cada vez más presentes en las cartas. Son vinos con personalidad: a menudo ecológicos, con variedades autóctonas y siempre servidos con orgullo.
Lujo sin ostentación
A diferencia de Marbella, situada a solo 30 minutos al este, Estepona ha tomado otro camino. Sí, hay resorts exclusivos, campos de golf y boutiques de diseño, pero el ambiente es cercano, auténtico y acogedor. Más elegancia discreta que lujo llamativo.
Muchos visitantes alargan su estancia... y algunos incluso deciden quedarse. Las comunidades escandinavas, británicas y francesas han crecido con el desarrollo de la ciudad, sin que eso haya afectado a su esencia. Al contrario: Estepona ha logrado un equilibrio poco común entre tradición y renovación.
Un lugar al que siempre querrás volver
Ya sea por la comida, el vino, la naturaleza, la gente o simplemente para desconectar, Estepona es un lugar que deja huella. Es lo suficientemente pequeña para sentirse íntima, pero lo bastante viva como para seguir sorprendiendo.
Y tal vez eso es lo que la hace tan especial: no es perfecta, pero es real. Como una botella de vino que pensabas guardar, pero terminas abriendo porque no puedes resistirte.
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¿Mejor época para visitar? De mayo a octubre – aunque incluso en invierno el clima es suave y el ambiente tranquilo