Escondida en el corazón de Málaga, la Antigua Casa de Guardia es uno de esos lugares que podrías pasar por alto si no sabes lo que estás buscando. Pero quienes la conocen… la conocen de verdad.
Detrás de su fachada discreta, en la Alameda Principal 18, no se esconde solo una bodega, sino un pedazo vivo de la historia malagueña. Fundada en 1840 por Don José de Guardia, la Antigua Casa de Guardia ostenta el título de la bodega más antigua de la ciudad, y lleva su edad con orgullo.
Entra (y viaja al pasado)
Nada más cruzar la puerta, te envuelve el inconfundible y casi nostálgico aroma del vino tinto, impregnado en las vigas de madera y las paredes de piedra a lo largo de generaciones. Es un olor que permanece —rico, terroso y dulce— como si el tiempo mismo se hubiera macerado en Moscatel.
Dentro, parece que poco ha cambiado en los últimos 180 años. Las enormes barricas de roble forran las paredes, y el vino se sirve directamente de ellas. Los camareros, vestidos con impecables batas blancas, anotan tu cuenta con tiza directamente sobre la barra. Una tradición encantadora y sencilla.
Un vino para cada gusto
Tanto si te gusta la dulzura densa del Pedro Ximénez, las notas florales y ligeras del Moscatel, o prefieres algo más seco como el Pajarete, aquí hay una copa perfecta para ti. ¿No sabes cuál elegir? Solo pregunta. Los camareros suelen preparar una mezcla personalizada en el momento —sin carta, sin complicaciones, solo tradición e intuición.
Una joya escondida que vale la pena descubrir
Aunque está situada en pleno centro de la bulliciosa Málaga, la Antigua Casa de Guardia mantiene un perfil bajo encantador. Sin letreros llamativos ni decoración moderna —solo una barra de madera, una pared de barricas y malagueños charlando con copas de vino dorado en mano. Es un lugar donde el tiempo parece ir más despacio y donde las paredes cuentan historias.
Para quienes buscan experimentar el alma de Málaga más allá de las rutas turísticas, este es el lugar. Ven por el vino y quédate por el ambiente.